Isabel Berná Navarro. Práctica 1. PLE para DLL #INVTICUA21 Ahora que de casi todo hace ya 20 años...
En este grupo creo que soy la única que recuerda la vida antes de la llegada arrasadora de la tecnología. Por aquel entonces, cuando yo iba al instituto y empezaba a tener conciencia del mundo que me rodeaba, la tecnología no estaba ni muchísimo menos al alcance de todos. Lo que sí estaba a la orden del día era pasarse horas y horas buscando información en las enciclopedias y manuales de la biblioteca. Los trabajos se hacían a mano o a máquina (de escribir) y las portadas a base de collages de recortes de revistas a menos que fueras lo bastante artístico como para dibujar medio decentemente. En la universidad también las bibliotecas fueron el centro de búsqueda de conocimiento de nuestras vidas estudiantiles, ya que, aunque empezábamos a tener ordenadores no era tan normal tener internet y para hacer uso de él había que irse a los cibercafés que costaban una fortuna por hora. Creo que el pasar tanto tiempo en bibliotecas las convirtió para mí en lugares sagrados en los que nunca podía pasar nada malo.
Leo estas líneas y me doy cuenta
de lo lejano que suena todo aquello y sin embargo no hace tanto. Ahora toda
nuestra vida está regida por las tecnologías y aunque creo que demasiado a
menudo abusamos de ellas, la verdad es que no consigo remover dentro de mí un
sentimiento de nostalgia por un mundo sin ellas. Por ejemplo, sin las tecnologías no habría
podido sobrevivir el último año y es que Zoom, Google Meet y WhatsApp se han
convertido en tablas de salvación para aquellos que, como yo, vivimos solos y
no tenemos otra forma de conectar con otras personas. Por muy fría que parezca
una pantalla, no podemos olvidar que somos seres sociales y a falta de pan, buenas son tortas.
Las videollamadas a través de
estas aplicaciones son también una de mis herramientas de trabajo hoy en día, ya
sea para reuniones de trabajo como para impartir mis clases particulares con
alumnos tanto en España como en el extranjero. Además, durante las prácticas del
máster, he observado cómo aquellos alumnos confinados se conectaban a través de
Webex para poder seguir las clases.
Muy pronto en mi carrera
profesional tuve que ponerme al día al empezar a trabajar en escuelas donde los
libros de texto eran mera anécdota, habiendo sido sustituidos por iPads. Así aplicaciones
como Genially, Trello, Padlet, Seesaw o Google Classroom han pasado a ser indispensables
para hacer mis clases más dinámicas y colaborativas, una vez que asumí que el
PowerPoint había muerto. En vez de enciclopedias ahora utilizo Google como
buscador y entre mis páginas más visitadas para facilitarme mi labor docente Youtube,
TES, British Council o iSL Collective.
En cuanto a redes sociales
utilizo sobre todo Instagram y para intercambiar materiales e impresiones con
otros profesores los grupos de Facebook de profes de lenguas de secundaria.
Para comunicarme con mis alumnos uso normalmente Gmail y para compartir
documentos y colaborar con otros compañeros Google Drive (aunque la mayoría de
las veces lo tengo hecho un desastre y no tardo lo mío en encontrar lo que
quiero).
Aun así disto mucho de ser una
experta en este territorio y siempre me adentro en él con curiosidad y una cautela
que dice mucho más de mi edad que las arrugas que aún no surcan mi cara; sin
embargo no podría imaginarme un mundo sin tecnología (¡sin Spotify!), una tecnología que tantas
veces me ha salvado del aislamiento y de la locura.
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