TAREA GRUPAL: "EJEMPLOS DE ACTIVIDADES DE ESCRITURA CREATIVA". Actv. 18
1. Crea tu propio caligrama:
El mar. La mar. Rafael Alberti
2. Escritura creativa a partir de poemas:
TEXTO ORIGINAL: Es la mañana llena de tempestad. Pablo Neruda.
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
TEXTO MODIFICADO:
Es la noche llena de estrellas
en el corazón del invierno.
Como pañuelos grises de adiós viajan las cometas,
la tormenta las sacude con sus fieras manos.
Innumerable ojo del huracán
mirando sobre nuestro inmóvil desamor.
Murmurando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de rayos y de centellas.
Tormenta que lleva en rápido robo la hojarasca
y atrae las flechas latientes de los pájaros.
Tormenta que la derriba en ola sin espuma
y materia sin peso, y fríos incendiados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta de la tormenta de invierno.
3. Escritura creativa a partir de una narración:
TEXTO ORIGINAL:
En Matsuyama, lugar remoto de la provincia japonesa de Echigo, vivía un matrimonio de jóvenes campesinos que tenían a su pequeña hija como centro y alegría de sus vidas. Un día, el marido tuvo que viajar a la capital para resolver unos asuntos y, ante el temor de la mujer por un viaje tan largo y a un mundo tan desconocido, la consoló con la promesa de regresar lo antes posible y de traerle, a ella y a su hijita, hermosos regalos.
Después de una larga temporada, que a ella se le hizo eterna, vio por fin a su esposo de vuelta a casa y pudo oír de sus labios lo que le había sucedido y las cosas extraordinarias que había visto, mientras que la niña jugaba feliz con los juguetes que su padre le había comprado.
-Para ti -le dijo el marido a su mujer- te he traído un regalo muy extraño que sé que te va a sorprender. Míralo y dime qué ves dentro.
Era un objeto redondo, blanco por un lado, con adornos de pájaros y flores, y, por el otro, muy brillante y terso. Al mirarlo, la mujer, que nunca había visto un espejo, quedó fascinada y sorprendida al contemplar a una joven y alegre muchacha a la que no conocía. El marido se echó a reír al ver la cara de sorpresa de su esposa.
-¿Qué ves? -le preguntó con guasa.
-Veo a una hermosa joven que me mira y mueve los labios como si quisiera hablarme.
-Querida -le dijo el marido-, lo que ves es tu propia cara reflejada en ese lámina de cristal. Se llama espejo y en la ciudad es un objeto muy corriente.
La mujer quedó encantada con aquel maravilloso regalo; lo guardó con sumo cuidado en una cajita y sólo, de vez en cuando, lo sacaba para contemplarse.
Pasó el tiempo y la niña se había convertido en una linda muchacha, buena y cariñosa, que cada vez se parecía más a su madre; pero ella nunca le enseñó ni le habló del espejo para que no se vanagloriase de su propia hermosura. De esta manera, hasta el padre se olvidó de aquel espejo tan bien guardado y escondido.
Un día, la madre enfermó y, a pesar de los cuidados de padre e hija, fue empeorando de tal manera que ella misma comprendió que la muerte se le acercaba. Entonces, llamó a su hija, le pidió que le trajera la caja en donde guardaba el espejo, y le dijo:
-Hija mía, sé que pronto voy a morir, pero no te entristezcas. Cuando ya no esté con vosotros, prométeme que mirarás en este espejo todos los días. Me verás en él y te darás cuenta de que, aunque desde muy lejos, siempre estaré velando por ti.
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del espejo y cada día, como se lo había prometido, lo miraba y en él veía la cara de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la enfermedad. Con ella hablaba y a ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre no le decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si conversara con él. Y, ante su sorpresa, la muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi querida madre y hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre la había hecho antes de morir, lo que ella no había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca se atrevió a decirle que lo que contemplaba todos los días en el espejo era ella misma y que, tal vez por la fuerza del amor, se había convertido en la fiel imagen del hermoso rostro de su madre.
TEXTO PARA CAMBIAR:
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del espejo y cada día, como se lo había prometido, lo miraba y en él veía la cara de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la enfermedad. Con ella hablaba y a ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre no le decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si conversara con él. Y, ante su sorpresa, la muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi querida madre y hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre la había hecho antes de morir, lo que ella no había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca se atrevió a decirle que lo que contemplaba todos los días en el espejo era ella misma y que, tal vez por la fuerza del amor, se había convertido en la fiel imagen del hermoso rostro de su madre.
FINAL ALTERNATIVO:
La muerte de la madre no fue más que el primer desafío de la mala suerte que al padre y a la hija le estaban por llegar.
Una noche de mal augurio para la familia, de esas con tormenta eléctrica, la niña ante el miedo recurrió a su recurso más preciado: el espejo. El espejo se había convertido en su cobijo. Sin embargo, un rayo que se coló por la ventana le sobresaltó de la cama, arrojando al suelo esta pieza de cristal. No se pudo salvar de la caída, el espejo quedó roto en mil pedazos. Así, en todo mundo conocido, la tradición cuenta que a quien se le rompa un espejo tendrá cien años de infortunios para él o ella y sus próximas generaciones. Ante este suceso, padre e hija quedaron muy afligidos. Aún no habían podido superar la muerte de su querida madre y no estaban preparados para soportar más desgracias y sufrimiento en su vida. Inmersos en la tristeza, ambos decidieron coger uno de los cristales y poner fin a sus malditas vidas. A pesar de la pesadumbre del momento, eran conscientes de que todo acabaría cuando se reencontraran con su madre en la siguiente vida.
Integrantes de la actividad:
Irene Soler Porta
Andrea Soler González
María Moreno Martínez
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